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martes, 22 de octubre de 2013

Hay que saber escuchar...

ESCUCHANDO
Hoy me senté con ella durante dos horas seguidas. Ella lloraba y no paraba de hablar.
Yo solamente escuchaba y asentía con la cabeza. Al final la abracé y, por un tiempo, simplemente permanecimos en silencio. No le dije una sola palabra.

Esta noche, justo después de la cena, se presentó en mi cuarto y me dijo "Gracias. Ni siquiera recuerdo lo que me dijiste antes, pero me siento como si me hubieran dado el mejor consejo de mi vida".

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