Toda mojada, ella
decidió detener el próximo coche.
Un joven se detuvo a
ayudarla, a pesar de la fuerte lluvia.
El joven la llevó a
un lugar seguro, la ayudó a obtener asistencia y la puso en un taxi. Ella
parecía estar bastante apurada, así que anotó la dirección del joven, le
agradeció y se fué.
Siete días pasaron,
cuando tocaron la puerta de su casa. Para su sorpresa, un televisor pantalla
gigante a color le fue entregado por correo a su casa. Tenía una nota especial
adjunta al paquete. Esta decía:
"Muchísimas
gracias por ayudarme en la autopista la otra noche. La lluvia anegó no solo mi
ropa sino mi espíritu. Entonces apareció Usted. Gracias a Usted pude llegar al
lado de la cama de mi marido agonizante, justo antes de que muriera. DIOS lo
bendiga por ayudarme y por servir a otros desinteresadamente.
Sinceramente, la Sra.
Fernández"
El consejo de la
historia:
¡No esperes nada a
cambio cuando ayudes a otros!.
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