Puedes tener
defectos, vivir ansioso y estar irritado
algunas veces, pero
no te olvides de que tu vida es
la mayor empresa del
mundo. Solo tu puedes evitar
que ella vaya en
decadencia.
Hay muchas personas
que te precisan, admiran y te quieren.
Recuerda siempre que
ser feliz no es tener un cielo
sin tempestades,
caminos sin accidentes, trabajos sin
cansancio, relaciones
sin decepciones.
Ser feliz es
encontrar fuerza en
el perdón,
esperanza en las
batallas, seguridad en el palco del miedo,
amor en los
desencuentros.
Ser feliz no es solo
valorizar la sonrisa,
sino también
reflexionar sobre la tristeza.
No es apenas
conmemorar el suceso,
sino aprender lecciones
en los fracasos.
No es apenas tener
alegría con los aplausos,
si no encontrar
alegría en el anonimato.
Ser feliz es
reconocer que vale la pena vivir la vida,
a pesar de todos los
desafíos, incomprensiones y
períodos de crisis.
Ser feliz no es una
fatalidad del destino,
sino una conquista de
quien sabe viajar
para dentro de su
propio ser.
Ser feliz es dejar de
ser víctima de tu problemas y
volverse el actor de
tu propia historia.
Por encima de todo,
sé el héroe de tu vida,
no la víctima.
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