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jueves, 31 de octubre de 2013

Hoy y siempre quiero regalarte...

Hoy quiero regalarte mi sincera amistad para que cuando tu alma añore un Amigo sin pensarlo me busques y pueda correr a tu lado.
Hoy quiero regalarte mis mejores sonrisas para que cuando tus lágrimas escurran tras la cascada de tu mejilla en un día gris sean mis risas las que iluminen tus tristezas.
Hoy quiero regalarte mis grandes sueños para que cuando en tu mente exista un vacío sean aquellos bosques cubiertos de invierno los que atrapen la atención de tu pensamiento.
Hoy quiero regalarte la fuerza de mis manos para que cuando tus tobillos se cansen mis hombros te sirvan de fuerza al andar.
Hoy quiero regalarte la suavidad de una caricia para que cuando tu cuerpo sienta frío sean mi hoguera el calor que te arrulle.
Hoy quiero regalarte una rosa roja para que cuando cariño extrañe tu mano sea un pétalo la fuente que te acaricie.
Hoy quiero regalarte un ramo de abrazos para que cuando los tropiezos te dificulten el andar sean mis ánimos una esperanza que te ayuden a continuar.
Hoy quiero regalarte una estrella joven para que cada que el sol descanse sea esa fiel luz la que te acompañe.
Hoy quiero regalarte un pedacito de humildad para que cuando los éxitos engrandezcan tu persona sea la sabiduría el aire mágico que te hagan valorar lo que otros desprecian al llegar a una nueva orilla.
Hoy quiero regalarte el silencio de mis labios para que cuando tu voz necesite ser escuchada sean mi atención y mi apoyo el horizonte que alberguen tus palabras ahogadas...
Hoy quiero regalarte mi cariño sincero para que cuando sientas que nadie te acompaña recuerdes que en paisajes verdes o valles áridos mi pensamiento siempre te lleva de la mano.
Hoy quiero regalarte un abrazo inmenso para que cuando necesites sentir tus fuerzas sean mis manos el puerto de tus emociones.
Hoy quiero regalarte también un par de lágrimas para que se alberguen entre tu alma y corazón así si algún segundo la soberbia daña tu andar sea una muestra de sensibilidad ajena la que te ayude a no cometer injusticias.
Hoy quiero desearte que la felicidad te bañe todos los días y compartas tus alegrías con los seres que amas para que cuando creas que caminar en la soledad mil angelitos resguarden tu mirada.
Hoy quiero regalarte algo no valioso en dinero porque el oro mata los valores y los sentimientos quiero que lo que hoy te brindo en tus manos sea tan tuyo que solo tu corazón pueda escucharlo....
Hoy quiero decirte frases llenas de palabras únicas hoy quiero ser diferente a todo el mundo y que en mis pensamientos que te obsequio al cerrar tus ojos tu corazón mire a través de tu ternura.
Hoy quiero regalarte un bello tierno que transforme tus miradas en luceros mientras el tiempo con tus sueños baila.
Hoy quiero poner una sonrisa en tus labios para que tu corazón respire con tus emociones y sean tus labios un mar que estremezcan cualquier playa.
Hoy quiero mirar tus ojos a través del cielo para que con el susurro del viento este pensamiento al oído te cante.
Hoy quiero escuchar la melodía de tus ojos para que cuando tus cabellos acaricien tu espalda sea tu alma una fortaleza de tu delicadeza.

Hoy quiero obsequiarte lo más bello que puedas recibir; mientras transformas estas líneas en un espejo donde la ternura que aquí encuentres, donde la belleza que aquí nazca simplemente eres con tu mirada sonriendo.

miércoles, 30 de octubre de 2013

A partir de hoy...

A partir de hoy y no de mañana, aceptaré la vida tal como se me presenta. Correré y pensaré un poco menos. Trataré de no crearme falsas ilusiones, las que me llevaron a un estado de melancolía.
Trataré de amar más a los que me aman, y un poco menos a los que no me aman. Comprenderé las razones de la vida, analizando cada hecho que se me presenta.
Trataré de caminar lentamente,antes de correr alocadamente... llenaré mi corazón (vacío y con llantos)... con flores de primavera y sol de verano. No dejaré que el miedo me invada, lucharé cuando mis fuerzas decaigan.
Volveré a caminar sola... volveré a pensar sola.
A partir de mañana, y no de hoy...
Gritaré injusticias, pediré amor, sufriré por vacíos, colocaré odio en mi corazón...
FALTA MUCHO TIEMPO PARA MAÑANA.
A partir de hoy, y no de mañana...

Me vestiré de mil colores, miraré las estrellas y diré con firmeza: "¡ADELANTE! ¡La vida es dura, pero ES BELLA!"

El tren, hermosa reflexión...

Un día escuche esta hermosa reflexion que habla sobre aquellas personas que poco a poco van apareciendo en tu vida... Espero les guste!
La vida se asemeja a un viaje en tren. Con sus estaciones y cambios de vía, algunos accidentes, sorpresas agradables en algunos casos, y profundas tristezas en otros…
Al nacer, nos subimos al tren y nos encontramos con nuestros padres, creemos que siempre viajarán a nuestro lado… Pero en alguna estación ellos se bajarán dejándonos seguir el viaje, de pronto nos encontraremos sin su compañía y su amor irreemplazable...
No obstante, muchas otras personas que nos serán muy especiales y significativas, se irán subiendo al tren de nuestra vida... Nuestros hermanos, amigos y en algún momento, el amor de nuestra vida...
Algunos tomarán el tren, para realizar un simple paseo… Otros durante su viaje pasarán por momentos de oscuridad y tristeza… Y siempre encontraremos quienes estén dispuestos ayudar a los más necesitados…
Muchos al bajar, dejan un vacío permanente… otros pasan tan desapercibidos que ni siquiera nos damos cuenta que desocuparon sus asientos...
Es curioso ver como algunos pasajeros, aún los seres queridos, se acomodan en coches distintos al nuestro… Durante todo el trayecto están separados, sin que exista ninguna comunicación…
Pero en realidad, nada nos impide que nos acerquemos a ellos si existe buena voluntad de nuestra parte… De lo contrario, puede ser tarde y encontraremos a otra persona en su lugar…
El viaje continúa, lleno de desafíos, sueños, fantasías, alegrías, tristezas, esperas y despedidas...
Tratemos de tener una buena relación con todos los pasajeros, buscando en cada uno, lo mejor que tengan para ofrecer. En algún momento del trayecto, ellos podrán titubear y probablemente precisaremos entenderlos… pero recordemos que nosotros también, muchas veces, titubeamos y necesitamos a alguien que nos comprenda.
El gran misterio para todos, es que no sabremos jamás en qué estación nos toca bajar. Como tampoco dónde bajarán nuestros compañeros de viaje, ni siquiera el que está sentado a nuestro lado.
A veces pienso en el momento en el que me toque bajar del tren. ¿Sentiré nostalgia, temor, alegría, angustia...? Separarme de los amigos que hice en el viaje, será doloroso y dejar que mis hijos sigan solos, será muy triste. Pero me aferro a la esperanza de que en algún momento, tendré la gran emoción de verlos llegar a la estación principal con un equipaje que no tenían cuando iniciaron su viaje.
Lo que me hará feliz, será pensar que colaboré para que ellos crecieran y permanecieran en este tren hasta la estación final.
Amigos…hagamos que nuestro viaje en este tren tenga significado, que haya valido la pena.
“Vivamos de manera que cuando llegue el momento de desembarcar, nuestro asiento vacío, deje lindos recuerdos a los que continúan viajando en el Tren de la Vida”

FELIZ VIAJE!!!

El amor de mamá

Dos amigas se encontraban tomando un café y una le comenta en tono de queja a la otra:
-”Mi mamá me llama mucho por teléfono para pedirme que vaya a platicar con ella. Yo voy poco y en ocasiones siento que me molesta su forma de ser. Ya sabes como son los viejos: cuentan las mismas cosas una y otra vez.
Además, nunca me faltan compromisos: que el trabajo, que mi novio, que los amigos… ”
-”Yo en cambio…” – le dijo su compañera – “…platico mucho con mi mamá. Cada vez que estoy triste, voy con ella; cuando me siento sola, cuando tengo un problema y necesito fortaleza, acudo a ella y me siento mejor.”
-”Caramba …” se apenó la otra “… Eres mejor que yo.”
-”No lo creas, soy igual que tu“, respondió la amiga con tristeza, “…visito a mi mamá en el cementerio.”
“Murió hace tiempo, pero mientras estuvo conmigo, tampoco yo iba a platicar con ella y pensaba lo mismo que tú. No sabes cuanta falta me hace su presencia, cuanto la echo de menos y cuanto la busco ahora que ha partido.
Si de algo te sirve mi experiencia, platica con tu mamá hoy que todavía la tienes, valora su presencia resaltando sus virtudes que seguro las tiene y trata de hacer a un lado sus errores que de una forma u otra ya forman parte de su ser.
No esperes a que esté en un panteón, porque ahí la reflexion duele hasta el fondo del alma, porque entiendes que ya nunca podrás hacer lo que dejaste pendiente, será un hueco que nunca podrás llenar, no permitas que te pase lo que me pasó a mi.
En el automóvil, iba pensando la muchacha en las palabras de su amiga.
Cuando llegó a la oficina, dijo a su secretaria:
-”Comuníqueme por favor con mi mamá, no me pase más llamadas y también modifique mi agenda porque es muy probable que este día, se lo dedique a ella!!!”
Si tienes a tus padres valóralos, no pierdas el tiempo y recuerda, que no son eternos.
Desafortunadamente no siempre estamos valuando el cariño o la amistad que otras personas nos ofrecen, y en ocasiones lo perdemos miserablemente, porque no sabíamos, que tan importante era, hasta que ya no nos pertenece.
Éxodo 20:12

Honra á tu padre y á tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Señor tu Dios te da.

La azafata

Una mujer blanca de unos 50 y tantos años llego al asiento que le tocaba en un avión que iba lleno de pasajeros e inmediatamente se negó a sentarse. Junto al asiento se encontraba sentado un hombre de raza negra. Disgustada, la mujer inmediatamente llamo a la azafata y le demando otro asiento. La mujer dijo “yo no puedo sentarme junto a un hombre negro.”
La aerómozale contestó: “Permítase ver si hay otro asiento disponible. Después de chequear, regresó y le dijo a la mujer; “Señora, no hay otro asiento disponible en clase económica, pero revisare con el capitán para verificar si existe algún asiento disponible en primera clase.”
10 minutos después, la aeromoza regreso y dijo; “El capitán me ha confirmado que no hay asientos disponibles en clase económica pero hay uno en primera clase. Es nuestra política en la empresa nunca cambiar a una persona de clase económica a primera clase, pero viendo que podría resultar en un escándalo forzar a alguien a sentarse junto a una persona que no le resulte agradable, el capitán estuvo de acuerdo en hacer el cambio a primera clase.”
Antes de que la mujer pudiera decir algo, la aeromoza se dirigió al hombre de raza negra y le dijo, “Señor, si fuera usted tan amable de tomar sus artículos personales, queremos moverlo a un asiento más confortable en primera clase ya que el capitán no quiere que usted esté sentado junto a una persona desagradable” “.

Los pasajeros en los asientos cercanos comenzaron a aplaudir mientras algunos ovacionaban de pie la atinada reacción del capitán y la azafata.”

El niño y su cachorro

Un niño con una amplia sonrisa le dijo: “Señor, quiero comprarle uno de sus cachorritos”. El granjero, le respondió: estos cachorros son de raza, y cuestan bastante dinero. He conseguido treinta y nueve centavos ¿es esto suficiente? Seguro, dijo el granjero, comenzando a silbar y a gritar, “Dolly, ven aquí”. Dolly salió corriendo de su casilla y bajó la rampa seguida de cuatro pequeñas bolas de piel. Los ojos del niño danzaban de alegría. Entonces de la casilla salió, a hurtadillas, otra pequeña bola, ésta era notablemente más pequeña. Se deslizó por la rampa y comenzó a renguear en un infructuoso intento por alcanzar al resto. El niño apretó su carita contra la cerca y gritó con fuerzas: ¡Yo quiero a ése!, señalando al más pequeño. El granjero le dijo: "Hijo, tú no quieres a este cachorrito. Él nunca podrá correr y jugar contigo de la forma en que tú quisieras”. Al oír eso, el niño bajó la mano y lentamente se subió el pantalón en una de sus piernas. Le mostró una prótesis de doble abrazadero de acero a ambos lados de su pierna, que iba hasta un zapato especial. Mirando al granjero, le dijo: “Como usted verá, señor, yo tampoco corro tan bien que digamos, y él necesitará a alguien que lo comprenda”.

Billete de 100

Un profesor enseña un billete de $100 a sus alumnos y les dice: "¿A quién le gustaría tener este billete?" todos los alumnos levantan la Mano.
Él arruga el billete y les pregunta de nuevo: "Ahora, ¿quién lo quiere?" Las manos suben de nuevo.
Él lanza el billete arrugado en el suelo, lo pisa y vuelve a preguntar: "¿Aún lo quieren? "
Los alumnos responden que sí y levantan la mano.
Entonces los miró y les dijo:
"Amigos míos, ustedes han aprendido una lección muy importante el día de hoy: Aunque he arrugado el billete, lo he tirado y lo he pisoteado ustedes quieren todavía el billete, porque su valor no ha cambiado, sigue con un valor de $100.
Muchas veces en la vida, te ofenden, personas te rechazan y los acontecimientos te sacuden. Sientes que ya no vales nada, pero TU VALOR no cambiará NUNCA para la gente que realmente te quiere. Incluso en los días en que estés en tu peor momento, TU VALOR SIGUE SIENDO LO MISMO".
Los alumnos aplaudieron emocionados...

No dudes nunca de tu valor... Siempre valdrás mucho para las personas que te quieren. NUNCA pero NUNCA valdrás menos, aunque así lo sientas.

La carta

Era una mañana como cualquier otra. Yo, como siempre, me hallaba de mal humor. Te regañe porque te estabas tardando demasiado en desayunar, te grite porque no parabas de jugar con los cubiertos y te reprendí porque masticabas con la boca abierta. Comenzaste a refunfuñar y entonces derramaste la leche sobre tu ropa. Furiosa te levante por el cabello y te empuje violentamente para que fueras a cambiarte de inmediato. Camino a la escuela no hablaste. Sentado en el asiento del auto llevabas la mirada perdida. Te despediste de mí tímidamente y yo solo te advertí que no te portaras mal.
Por la tarde, cuando regresé a casa después de un día de mucho trabajo, te encontré jugando en el jardín. Llevabas puestos tus pantalones nuevos y estabas sucio y mojado. Frente a tus amiguitos te dije que debías cuidar la ropa y los zapatos, que parecía no interesarte mucho el sacrificio de tus padres para vestirte. Te hice entrar a la casa para que te cambiaras de ropa y mientras marchabas delante de mí te indiqué que caminaras erguido.
Más tarde continuaste haciendo ruido y corriendo por toda la casa. A la hora de cenar arrojé la servilleta sobre la mesa y me puse de pie furioso porque no parabas de jugar. Con un golpe sobre la mesa grité que no soportaba más ese escándalo y subí a mi cuarto. Al poco rato mi ira comenzó a apagarse. Me di cuenta de que había exagerado mi postura y tuve el deseo de bajar para darte una caricia, pero no pude.
¿Cómo podía un padre, después de hacer tal escena de indignación, mostrarse sumiso y arrepentido? Luego escuché unos golpecitos en la puerta. "Adelante" dije adivinando que eras tú. Abriste muy despacio y te detuviste indeciso en el umbral de la habitación. Te miré con seriedad y pregunté: Te vas a dormir?, ¿vienes a despedirte? No contestaste. Caminaste lentamente con tus pequeños pasitos y sin que me lo esperara, aceleraste tu andar para echarte en mis brazos cariñosamente. Te abracé y con un nudo en la garganta percibí la ligereza de tu delgado cuerpecito. Tus manitas rodearon fuertemente mi cuello y me diste un beso suavemente en la mejilla. Sentí que mi alma se quebrantaba. "Hasta mañana papito" me dijiste.
Qué es lo que estaba haciendo? Por qué me desesperaba tan fácilmente? Me había acostumbrado a tratarte como a una persona adulta, a exigirte como si fueras igual a mí y ciertamente no eras igual. Tú tenías unas cualidades de las que yo carecía: eras legítimo, puro, bueno y sobretodo, sabías demostrar amor. Por qué me costaba tanto trabajo?, Por qué tenía el hábito de estar siempre enojado? Qué es lo que me estaba aburriendo? Yo también fui niño. Cuándo fue que comencé a contaminarme?
Después de un rato entré a tu habitación y encendí una lámpara con cuidado. Dormías profundamente. Tu hermoso rostro estaba ruborizado, tu boca entreabierta, tu frente húmeda, tu aspecto indefenso como el de un bebe. Me incliné para rozar con mis labios tu mejilla, respiré tu aroma limpio y dulce. No pude contener el sollozo y cerré los ojos. Una de mis lágrimas cayó en tu piel. No te inmutaste. Me puse de rodillas y te pedí perdón en silencio. Te cubrí cuidadosamente con las cobijas y salí de la habitación.

Si Dios me escucha y te permite vivir muchos años, algún día sabrás que los padres no somos perfectos, pero sobre todo, ojalá te des cuenta de que, pese a todos mis errores, te amo más que a mi vida.

Tu Madre

Mas que un anillo de compromiso...

Un muchacho entró con paso firme a la joyería y pidió que le mostraran el mejor anillo de compromiso que tuvieran. El joyero le mostró una hermosa piedra solitaria que brillaba como un pequeño sol resplandeciente. El muchacho contempló el anillo, preguntó el precio y con una sonrisa se dispuso a pagarlo.
¿Se va usted a casar pronto? - Preguntó el joyero.
¡No! - respondió el muchacho - Ni siquiera tengo novia.
Es para mi mamá - dijo el muchacho. Cuando yo iba a nacer estuvo sola; alguien le aconsejó que me matara antes de que naciera, así se evitaría problemas. Pero ella se negó y me regaló la vida que hoy puedo disfrutar. Fue padre y madre. Amiga, hermana y maestra. Me hizo ser lo que soy. Ahora que puedo le compro este anillo de compromiso. Ella nunca tuvo uno. Yo se lo doy como promesa de que si ella hizo todo por mí, ahora yo haré todo por ella.
El joyero, sorprendido, no dijo nada. Solamente ordenó a su cajera que hiciera al muchacho el descuento especial que sólo se hace a los clientes importantes.
Reflexión:
Tenemos casas más grandes, pero familias más chicas.
Tenemos más compromisos, pero menos tiempo.
Tenemos más medicinas, pero menos salud.
Hemos multiplicado nuestras fortunas, pero interiormente estamos vacíos.
Hablamos mucho, amamos poco y odiamos demasiado.
Hemos llegado a la luna y regresamos, pero tenemos problemas para cruzar la calle y conocer a nuestro vecino.
Hemos conquistado el espacio exterior pero no el interior.
Tenemos mayores ingresos, pero menos moral y felicidad.
Estos son tiempos con más libertad, pero menos alegría.
Con más comida, pero menos nutrición.
Son días en los que llegan dos sueldos a casa, pero aumentan los divorcios.
Son tiempos de casas más lindas, pero más hogares rotos.
Por eso, siéntate en la terraza y admira la vista sin fijarte en las malas hierbas; pasa más tiempo con tu familia y con tus amigos en el campo, en la playa; come tu comida preferida; visita los sitios que te gustan.
La vida es una sucesión de momentos para disfrutar, no es sólo para sobrevivir.
Escribamos aquella carta que pensábamos escribir.
Digamos hoy a nuestros familiares y amigos cuánto los queremos.
No retrases nada que agregue alegría y felicidad a tu vida.

Cada día, hora y minuto pueden ser especiales.

Sentencia de divorcio

Se presentan ante el juez una pareja con sus respectivos abogados, ya que están en trámites de divorcio. El abogado de la mujer reclama para la mujer el 50% de la venta de la casa, propiedad de los dos cónyuges, así como una pensión de por vida por la cantidad de $500 dólares, que según enumera, será para cubrir los gastos de electricidad, teléfono, y una pequeña lista de gastos mensuales.
El abogado del hombre protesta, alegando que el hombre no tiene ninguna obligación hacia su mujer toda vez que ya los hijos son mayores de edad, está casados y que ella bien puede ir a trabajar y mantenerse por sí misma y que ella nunca contribuyó a la manutención de esa casa, ni aportó ningún dinero para la compra de la misma.
El juez escucha ambas partes y se queda indeciso por un momento leyendo los documentos. De pronto, se escucha a la mujer llorando y el juez le dice:
- ¿Qué le pasa señora?
- Señor Juez, yo creo que es cierto. Así que voy a aceptar la sentencia de divorcio sin ninguna obligación de parte de mi marido hacia mi persona.
Después de todo, yo bien pudiera ser una mujer profesional e independiente.
El juez le pregunta:
- ¿Y por qué usted no se convirtió en una mujer profesional e independiente? ¿Hubo alguna razón que se lo impidiera?
- Realmente, Señor Juez, no había ninguna, fueron decisiones tomadas voluntariamente por mí.
- Pudiera ser más explícita y enumerarme esas razones que
usted alega?
- Bueno, cuando me casé, yo acababa de graduarme de la Escuela Secundaria. Mi intención era estudiar enfermería, pero no había dinero para pagar los gastos de dos personas estudiando, así que le dije a mi esposo que estudiara él y luego lo haría yo.
- Bien, y ¿qué pasó?, ¿por qué cuando él se graduó de ingeniero, no estudió usted?
- Pues, verá, él me pidió que tuviéramos nuestro primer hijo, ya que llevábamos cinco años casados y aún no lo habíamos tenido.
- ¿Y, qué pasó después?
- Nada, el niño nació, pero él no quería que el niño fuera cuidado por personas extrañas, y yo entendí que el tenía razón, así que decidí quedarme en la casa con nuestro hijo.
- ¿Y, qué sucedió luego, cuando el niño creció, por qué no fue usted a estudiar?
- Porque ya para entonces tenía dos hijos más.
- ¿Dos más?
- Sí, verá usted. Cuando tuvimos el primer hijo, mi esposo me dijo que debíamos tener un segundo para que el niño no se quedara sin hermanos, así que tuvimos el segundo tres años después, pero era otro varón.
- ¿Y qué tenía eso que ver?
- No había ningún problema, estábamos muy felices, pero mi esposo me dijo que para que la felicidad fuera completa, debíamos tratar de tener una niña.
- ¿Y...?
- Pues cuando el segundo hijo tenía ya 4 años, quedé embarazada y tuve a la niña.
- Y entonces ¿por qué no estudió cuando ella creció?
- Porque no había quién llevara al mayor a las prácticas deportivas, ni quién los llevara a la escuela, pues el autobús los dejaba muy lejos de la escuela. Temiendo por su seguridad, mi esposo y yo decidimos que yo los llevaría a la escuela y los recogería. Así las cosas, dejaba al mayor en la secundaria, seguía con el segundo para la escuela primaria y regresaba a la casa con la niña a preparar todo para la tarde. Cuando los recogía, dejaba al mayor en las prácticas de judo y al otro en las de fútbol y seguía con la niña para las de ballet.
- Entonces, ¿siguió usted posponiendo su educación?
- Sí, Señor Juez, lo hice por mi propia voluntad.
- Y cuando sus tres hijos se fueron independizando, ¿por qué no ingresó usted a la universidad?
- Para entonces la madre de mi esposo había enviudado, se enfermó y necesitaba de alguien que la cuidara. Así que hablamos del asunto y llegamos a la conclusión que no la íbamos a poner en un asilo, sino que la traeríamos a vivir con nosotros, ya que los hijos estaban fuera.
- ¿Y cuánto duró esta etapa?
- Bueno, unos seis años. Ella tenía Alzhaimer y como la cuidábamos tan bien, pues su decadencia no fue rápida. Murió de un ataque al corazón, después que llegamos del paseo que todas las mañanas dábamos por el barrio. A ella le encantaba darle de comer a las palomas en el parque.
- Y mientras tanto, quiero decir, durante todos esos años, ¿había alguien que le ayudara?
- ¿Ayudarme, a qué?
- Pues a limpiar la casa, cocinar, quiero decir, las labores normales de un hogar.
- No, realmente, mi esposo ganaba muy buen sueldo, pero figúrese, eran tres hijos para criar y educar, y el costo de la vida cada vez subía más, así que yo trataba de ahorrar.
- ¿Y cómo ahorraba usted?
- Pues, en lugar de llevar la ropa a la lavandería, yo la lavaba en casa, planchaba toda la ropa de mi esposo y la de los muchachos, arreglaba el jardín; esto era lo que me costaba mayor esfuerzo, pues yo tengo problemas de la columna, pero yo hacía el esfuerzo y le aseguro que nuestro jardín no tenía nada que envidiarle al de nadie en nuestra calle.
- ¿Y quién cocinaba, usted también?
- Por supuesto, mi esposo odiaba la comida de los restaurantes. Como el tenía que almorzar por fuera de casa con sus clientes tantas veces, decía que nada como la comida que yo le preparaba.
- Y por supuesto, usted no iba a esas comidas.
- ¿A qué comidas?
- A las de su esposo con sus clientes.
- No, no tenía tiempo. Precisamente, fue en una de esas comidas que conoció a Patricia.
- ¿Patricia?, ¿Quién es Patricia?
- Su novia, la joven con quien se va a casar cuando terminemos el divorcio.
- ¿Y cómo sabe usted que se va a casar con ella?
- Porque me encontré con ellos en casa de unos amigos comunes el día que estaban dando la noticia de su compromiso.
El juez se quedó mirando a la mujer y al ex-esposo. Se levanto, cogió las carpetas con todos los papeles y se retiró.
Todos se quedaron mirándose unos a otros, alguno encogió los hombros y se sentaron a esperar que regresara. Al poco rato el juez regresó.
Se sentó y se ajustó las gafas. Entonces, cerró las carpetas, las puso a un lado y dijo:
- Señora, he revisado cuidadosamente estas demandas, y he
llegado a las siguientes conclusiones:
PRIMERO:
El divorcio se adjudica con fecha efectiva a partir de hoy.

SEGUNDO:
Su esposo no tiene que pasarle una pensión.
Al oír estas dos decisiones, el abogado y el marido se miraron con inteligente regocijo. El juez prosiguió.
TERCERO:
*Usted se queda como dueña absoluta de su casa. El Mercedes
Benz propiedad de su ex-esposo, la cuenta de ahorros, la de cheques, las pondrá él a su nombre inmediatamente sin tocar un solo centavo o lo tendrá que devolver.
*Igualmente la declaro beneficiaria absoluta de sus seguros de vida, así como de sus planes de retiro.
*También será obligación de su ex-esposo seguir pagando su seguro médico hasta que usted muera.
Mi decisión se basa en la suma de todos los sueldos que como administradora, cocinera, chofer, servicios de lavandería, jardinería y enfermería, usted prestó a su esposo, incluyendo hijos y suegra.
Esta decisión será apenas una retribución parcial de salarios retenidos por los veintiséis años de servicios ininterrumpidos que usted ha prestado. Como

hay que ser objetivos, sabemos que su esposo no podría pagar esa deuda, de ahí que pagará lo que si bien no es suficiente, será relativamente justo. Además, él pagará sus gastos de educación, transporte y libros, si usted decide regresar a la universidad a estudiar la carrera que elija.

martes, 29 de octubre de 2013

Para reflexionar...

Tendemos a no valorar las pequeñas cosas cotidianas que se nos
presentan y sólo les damos importancia cuando sentimos su ausencia.
Quizás por cotidiano, quizás por "ciegos"... jamás celebramos la
salida del sol, sólo lo añoramos cuando, en nuestras vacaciones en
la playa, no se hace presente por varios días. Maldecimos la lluvia
porque nos obliga al tedioso trabajo de cargar con el paraguas y
desluce nuestros zapatos, sólo le damos importancia cuando la sequía
nos consume o cuando, por unas pocas horas, falta el agua en
nuestras casas.
Esperando quizás el "gran espectáculo" nos perdemos de vivir los
pequeños espectáculos que la naturaleza nos presenta día a día. Hay
quienes piensan que cuanto más se sabe de fenómenos que ocurren a
diario, menos se disfruta de ellos. Que el sabio disfruta menos que
el neófito de los sucesos naturales. Pero no todo es así, todo lo
contrario... cuanto más se sabe, más sorprendente parece. Cuanto más
se sabe, más milagroso parece.
Si no aprendemos a disfrutar de las pequeñas cosas cotidianas de la
vida, que es lo que conocemos... ¿Podremos ser capaces de disfrutar
plenamente cuando se nos presente algo diferente?. Dejemos de
esperar el "gran milagro". Gocemos a diario de los "pequeños
milagros" que, día a día, se abren a nuestro paso, después de
todo... ¿No será que el gran milagro es la conjunción de todos esos
más pequeños?. A lo mejor "el gran milagro" consiste en encontrar
la felicidad en las pequeñas cosas de todos los días de nuestra vida.
Y así en la búsqueda de nuevas oportunidades, llenos de
insatisfacción, muchas veces no nos damos cuenta del verdadero valor
de las personas y de las cosas que pasan por nuestro camino. Lo
lamentable es que por no darnos cuenta a tiempo luego, cuando las
perdemos, queremos volver atrás y ya es tarde, ¡muy tarde!...
Dios nos da TODO lo necesario para que seamos felices, sólo que nos
damos cuenta cuando ya no lo somos.
Es hora de darnos cuenta y de aprender a valorar, en el presente,
todo lo que tenemos. De nada sirve llorar por lo que dejamos ir, por
lo que no hicimos, por lo que no le dimos importancia... ¡eso ya no
está!. La vida no puede rebobinarse, ni modificarse. Las escenas
quedan grabadas y no hay forma de eliminar los trozos de la cinta
que no nos gustan, ni podemos regrabarla, ni siquiera podemos
detenerla en los buenos momentos, sólo está en nosotros la
posibilidad de continuar filmando y que a partir de hoy cada escena
sea única e irrepetible y, por encima de todo, que sea tan valiosa
que no nos haga arrepentirnos nunca y ni siquiera sentir culpa por
alguna escena del filme.
Recuerda que es la película de tu vida, es tu historia y tú eres el
(la) protagonista. No la titules "Lo que el viento se llevó",
ni "Pide al tiempo que vuelva"; sería lindo que tu película se

llame "LA HISTORIA SIN FIN".

Ser feliz con la gente ♥

1. Mantente fresco cuando otros estén furiosos y pierdan la cabeza. Tú tienes el control sobre tus emociones, no lo pierdas. No se trata de no demostrar tu molestia, sino de hacerlo mesuradamente, sin después arrepentirte de una acción cometida en un momento de descontrol.
2. Recuerda que cada discusión tiene al menos tres puntos de vista: el tuyo, el del otro y los de terceros, los cuales probablemente están más cerca de la objetividad. Siendo más versátil y viendo las cosas desde la perspectiva de los demás enriquecerás tu propio punto de vista.
3. Espera a calmarte antes de hablar. Ten en cuenta que la relación es más importante que la discusión. Dále más relevancia a las personas que a las opinones.
4. Trata a toda persona con la cual tengas contacto como si fuera un pariente rico, de quien esperas ser incluído en su testamento. Nunca te arrepientas de tratar muy bien a la gente. Es el mejor negocio en todos los sentidos.
5. Busca el lado positivo y agradable, aun de las situaciones más complicadas y dolorosas. Es una disciplina que te ayudará a pasar más fácilmente los momentos difíciles, y a convertir los problemas en oportunidades.
6. Establece el hábito de hacer preguntas y, sobre todo, de escuchar las respuestas. Pregunta antes de reaccionar. Algunas veces disparamos y después preguntamos. También preguntamos, pero escuchamos para contestar, y no para tratar de entender.
7. No hagas o digas nada que pueda herir o hacerle daño a otra persona. Aférrate al proverbio que dice que todo lo que uno haga, se devolverá. La gente no recuerda tanto lo que tú dices o haces, sino la intención con la que lo haces.
8. Sé consciente de la diferencia entre análisis amigable y crítica destructiva. Observa si el propósito de tus palabras es ayudar, desahogarte o hacer daño.
9. Ten presente que si toleras a los demás, ellos también serán pacientes contigo en los aspectos no muy gratos de tu personalidad.

10. El verdadero líder sabe reconocer sus errores y aceptar responsabilidad. No olvides que un conflicto bien manejado fortalece la relación, y te ayuda a aprender de las diferencias.

Inténtalo...

Cierra los ojos por algunos minutos y deja tus pensamientos volar
por sitios de amor.
No podemos cambiar el mundo, ni quitar todo el dolor de la tierra,
ni tener ya resueltos todos nuestros problemas, pero podemos a cada
minuto mirar con ojos de amor a cada cosa.
Si pensamos que todo es pasajero, miraremos con cariño lo negativo
que te encamina a la elevación y perfección, y luego observaremos
con felicidad el cambio del mal en bien, de tristezas en alegrías.
Lo que hoy nos hace sonreír fueron las cosas que nos hicieron llorar
ayer. Nuestras faltas de hoy también son las alegrías de mañana. Las
personas se van, los amores se pierden en el tiempo, los problemas
se solucionan, hasta el mismo sol se va cada noche para renacer al
día siguiente.
No te quedes en el medio del camino, sigue adelante sin rendirte.

¡Inténtalo!, porque allá al final... ¡algo GRANDE te espera!.

Deja tu carga...

Un hombre iba por un camino con un pesado costal de papas sobre sus espaldas.
Caminaba lenta y sufridamente.
Dios, que lo veía, le preguntó: "¿Hacia dónde vas con ese costal de papas?".
El hombre miró hacia el cielo y le respondió insolentemente:
"¿Por qué me preguntas si tú lo sabes todo?". Y siguió su camino.
En otro lugar, alejado de allí, otro hombre iba cargando una carretilla llena de ladrillos. Dios, que lo veía le preguntó:
"¿Hacia dónde vas con esa carretilla?".
El hombre respondió: "Voy al pueblo".
Dios le dijo:
"¿Quieres que te ayude con esa carga?".
El hombre le contestó: "Puedo solo"...
En otro lugar, un hombre iba cargando un montón de leña atada con una cuerda. Dios, que lo veía, le dijo:
"¿Hacia dónde vas con esa leña?"
El hombre respondió: "La llevo a mi casa al otro lado de ese cerro".
Dios le dijo:¿quieres que te ayude?".
El hombre, accedió y Dios tomó la cuerda y cargó la leña.
Poco habían caminado, cuando el hombre le quitó la leña a Dios y la volvió a cargar él mismo.
Dios siguió caminando a su lado y un kilómetro más adelante, el hombre se la volvió a entregar para que Él la cargara. Pero, más adelante, el hombre se la volvió a quitar y la cargó nuevamente y así siguió a lo largo del camino...
En otro lugar, muy lejos de allí, otro hombre iba por un camino llevando un pesado costal de arena.
Dios, que lo veía, le dijo: "¿Hacia dónde vas con ese costal de arena?".
El hombre respondió: "Tengo que llevárselo a mi patrón, que vive a 5 Km.. de aquí".
Le dijo Dios: "¿Quieres que te ayude?
El hombre sonrió y le dijo: "¡Oh sí Señor, yo ya no puedo con esta carga!" y se la entregó.
Siguieron caminando y el hombre le iba contando a Dios alegremente de su vida, de su familia y de su trabajo. Le hacía preguntas, le pedía opiniones, en fin, el hombre y Dios, conversando y conversando, llegaron a destino. El hombre ya no se había acordado más de su carga. El Señor mismo cumplió la encomienda de entregársela al patrón de aquel hombre.
El hombre agradeció mucho la ayuda y el Señor le dijo: No te dejaré ni te desampararé, siempre que me necesites, estaré contigo.
¿Con cuál de estos cuatro hombres te identificas?
¿Eres como el primero que cuando tienes problemas, no tomas en cuenta a Dios?...O ¿eres como el segundo hombre, orgulloso y soberbio, que no acepta la ayuda de nadie?... O ¿eres como el tercer hombre, que entrega su carga a Dios, pero en realidad su fe es escasa y decide volverla a cargar él mismo? O ¿eres como el cuarto hombre, que mantiene una buena relación con Dios y humildemente y con alegría, acepta Su ayuda y se olvida de su carga hasta el final del camino, porque confía en que Él tiene el poder para librarlo de esa carga, al punto de que él ya no tiene que preocuparse más por ella?...
Quizá cuando estás en problemas acudes a Dios, le pides, le lloras, pero no sueltas tu carga. Sigues soportando y sufriendo, en constante afán.
Solo cuando voluntariamente le entregues esa carga, Él la tomará y la cargará sobre Sus hombros.
Sigue el ejemplo del cuarto hombre, mantén una buena relación con Dios, deja que Él te ayude con toda tu carga y descansa en Él, esto quiere decir que ya no vas a seguir angustiado, porque tu problema está en Sus manos.
Ya no vas a sentir su peso, ¡porque ese peso lo está llevando el Señor!
¿Cuál es tu carga?...
¿Decepción, traición, resentimiento, abuso, abandono, soledad, tristeza, baja autoestima, adicciones...?
Cualquiera que sea tu carga, no importa el tiempo que la llevas sobre tu espalda, Jesús te dice:

"Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso" Mt 11:28

No te quejes...

Nunca te quejes de nadie ni de nada, porque fundamentalmente tú has
hecho lo que querías en tu vida.
Acepta la dificultad de edificarte a ti mismo y el valor de empezar
corrigiéndote.
El triunfo del verdadero hombre, surge de las cenizas de su error.
Nunca te quejes de tu soledad o de tu suerte, enfréntala con valor y
acéptala. De una manera u otra, es el resultado de tus actos, y
prueba de que tú siempre has de ganar.
No te amargues de tu propio fracaso, ni se lo cargues a otro;
acéptate ahora, o seguirás justificándote como un niño. Recuerda
que cualquier momento es bueno para comenzar y que ninguno es tan
terrible para claudicar.
No olvides que la causa de tu presente es tu pasado, así como la
causa de tu futuro será tu presente.
Aprende de los audaces, de los fuertes, de quien no acepta
situaciones, de quien vivirá a pesar de todo.
Piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo, y tus problemas,
sin eliminarlos, morirán.
Aprende a nacer desde el dolor y a ser más grande que el más grande
de los obstáculos; mírate en el espejo de ti mismo y serás libre y
fuerte y dejarás de ser un títere de las circunstancias, porque tú
mismo eres tu destino.
Levántate y mira el sol por las mañanas y respira la luz del
amanecer.
Tú eres parte de la fuerza de tu vida, decídete y triunfarás en la
vida; nunca pienses en la suerte, porque la suerte es: "El pretexto

de los fracasados"

Para reflexionar...

Debes estar más pronto a reconocer un beneficio, que a vengar un
insulto, así recibirás más beneficios que insultos. Debes estar más
pronto a amar que a odiar, así serás más amado que odiado. Debes
estar más pronto a alabar y tardo para censurar, así alabarán tus
virtudes y los ojos de la enemistad quedarán ciegos para tus
imperfecciones.
Cuando hagas el bien hazlo porque es bueno, no porque los hombres lo
aprecien; cuando evites el mal, huye porque es mal, no porque los
hombres hablen contra él. Sé honesto por amor de la honestidad y así
lo serás uniformemente; quien lo hace sin principios es un vacilante.
Desea más bien ser reprobado por los sabios que aplaudido por quien
no tiene comprensión, pues aquellos que te señalan una falta es
porque suponen que puedes mejorar; en cambio, el que te alaba es
porque te cree semejante a él.
¿Quieres gozar de la buena voluntad de todos los hombres? deja que tu
benevolencia sea universal y fomenta la paz, así tu nombre será

repetido por todos con alabanzas y bendiciones.

Carta de una madre a su hija

Mi querida hija, el día que me veas vieja, te pido por favor que tengas paciencia, pero sobre todo trata de entenderme.
Si cuando hablamos, repito lo mismo mil veces, no me interrumpas para decirme “eso ya me lo contaste” solamente escúchame por favor.
Y recordar los tiempos en que eras niña y yo te leía la misma historia, noche tras noche hasta que te quedabas dormida. Cuando no me quiera bañar, no me regañes y por favor no trates de avergonzarme, solamente recuerda las veces que yo tuve que perseguirte con miles de excusas para que te bañaras cuando eras niña.
Cuando veas mi ignorancia ante la nueva tecnología, dame el tiempo necesario para aprender, y por favor no hagas esos ojos ni esas caras de desesperada.
Recuerda mi querida, que yo te enseñé a hacer muchas cosas como comer apropiadamente, vestirte y peinarte por ti misma y como confrontar y lidiar con la vida.
El día que notes que me estoy volviendo vieja, por favor, ten paciencia conmigo y sobre todo trata de entenderme.
Si ocasionalmente pierdo la memoria o el hilo de la conversación, dame el tiempo necesario para recordar y si no puedo, no te pongas nerviosa, impaciente o arrogante.
Solamente ten presente en tu corazón que lo más importante para mí es estar contigo y que me escuches.
Y cuando mis cansadas y viejas piernas, no me dejen caminar como antes, dame tu mano, de la misma manera que yo te las ofrecí cuando diste tus primero pasos.
Cuando estos días vengan, no te debes sentir triste o incompetente de verme así, sólo te pido que estés conmigo, que trates de entenderme y ayudarme mientras llego al final de mi vida con amor.

Y con gran cariño por el regalo de tiempo y vida, que tuvimos la dicha de compartir juntas, te lo agradeceré. Con una enorme sonrisa y con el inmenso amor que siempre te he tenido, sólo quiero decirte que te amo, mi querida hija.

La historia de los clavos

Había una vez un niño que tenía muy mal carácter. Un día su padre le dio una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma debía clavar un clavo en la cerca de atrás de la casa.
El primer día el niño clavó 37 clavos en la cerca, pero poco a poco fue calmándose porque descubrió que era mucho más fácil controlar su carácter que clavar los clavos en la cerca. Finalmente llegó el día en que el muchacho no perdió la calma para nada y se lo dijo a su padre. Entonces el padre sugirió al hijo que por cada día que controlara su carácter debía sacar un clavo de la cerca. Los días pasaron y el joven pudo finalmente decirle a su padre que ya había sacado todos los clavos de la cerca. El padre llevo de la mano a su hijo a la cerca de atrás y le dijo: - Mira hijo, has hecho bien, pero fíjate en todos los agujeros que quedaron en la cerca. Ya la cerca nunca será la misma de antes. Cuando dices o haces cosas con coraje, dejas una cicatriz como este agujero en la cerca. Es como meterle un cuchillo a alguien que aunque lo vuelvas a sacar la herida ya quedo hecha. No importa cuántas veces pidas perdón, la herida está allí; y una herida física es igual de grave que una herida verbal.

Los amigos y nuestros seres queridos son verdaderas joyas a quienes hay que valorar. Ellos te sonreirán y te animarán a mejorar. Te escucharán, compartirán una palabra de aliento y siempre tendrán su corazón abierto para recibirte. Demuéstrales siempre a estas personitas cuánto los quieres..

lunes, 28 de octubre de 2013

Cuando el cielo este gris

Hay tiempos buenos y tiempos malos, pero siempre existirá una luz que nos guíe en esos momentos de oscuridad.
Cuando el cielo esté gris
acuérdate de cuando lo viste profundamente azul.
Cuando sientas frío
piensa en un sol radiante que ya te ha calentado.
Cuando sufras una temporal derrota,
acuérdate de tus triunfos y de tus logros.
Cuando necesites amor
revive tus experiencias de afecto y ternura, acuérdate de lo que has vivido y de lo que has dado con alegría.
Recuerda los regalos que te han hecho, los abrazos ybesos que te han dado, lospaisajes que has disfrutado y las risas que de ti han brotado.
Si esto has tenido lo puedes volver a tener y lo que has logrado, lo puedes volver a ganar.
Piensa en lo bueno, en lo amable, en lo bello y en la verdad.
Recorre tu vida y detente en donde haya bellos recuerdos y emociones sanas y vívelas otra vez, visualiza aquel atardecer que te emocionó.
Revive esa caricia espontánea que se te dio.
Disfruta nuevamente de la paz que ya has conocido, piensa y vive el bien.

Allí en tu mente están guardadas todas las imágenes. Y solo tú decides cual has de volver a mirar.

8 Mentiras de mamá

Esta historia comienza cuando era niño… nací pobre. A menudo no teníamos suficiente qué comer. Cuando teníamos algún alimento, Mamá solía darme su porción de arroz. Mientras pasaba su arroz a mi tazón, solía decir: “Cómete este arroz, hijo, yo no tengo hambre”. Aquella fue la primera mentira de Mamá.
Al crecer, Mamá renunció a su tiempo libre para pescar en un río cercano a nuestra casa; ella esperaba que de los peces que pescase, me podría dar proveer de un alimento más nutritivo para mi crecimiento. Una vez, cuando sólo había pescado dos peces, hizo sopa de pescado. Mientras tomaba la sopa, Mamá se sentó a mi lado y comió lo que quedaba en el hueso del pez que me había comido; mi corazón se estremeció al verla. Una vez que le pasé el otro pescado, lo rehusó y dijo: “Cómete el pescado, hijo, a mí en realidad no me gusta el pescado”. Esa fue la segunda mentira de Mamá.
Cuando, para poder pagar mi educación, Mamá fue a una fábrica de fósforos para traer a casa algunas cajetillas usadas, las que llenaba con cerillas nuevas. Esto la ayudaba a ganar algún dinero para cubrir nuestras necesidades. Una noche invernal me desperté y hallé a Mamá llenando las cajetillas a la luz de una vela. Así que le dije: “Mamá, vete a dormir; es tarde, puedes seguir trabajando mañana en la mañana”. Mamá sonrió y dijo: “Vete a dormir, hijo, no estoy cansada”. Esa fue la tercera mentira de Mamá.
Cuando tuve que hacer mi examen final, Mamá me acompañó. Después del amanecer, ella me esperó por horas en el calor del día. Cuando sonó la campana, corrí a encontrarme con ella… Mamá me abrazó y me dio un vaso de té que había preparado un termo. El té no era tan fuerte como el amor de Mamá. Viéndola cubierta de sudor, de una vez le pasé mi vaso y le pedí que tomase también. Mamá dijo: “Toma tú, hijo, que yo no tengo sed.” Esa fue la cuarta mentira de Mamá.
Tras la muerte de Papá, Mamá tuvo que desempeñar el papel de ambos. Mantuvo su empleo anterior; tenía que satisfacer sola nuestras necesidades. Nuestra vida familiar se tornó más complicada, pasábamos hambre. Viendo empeorar nuestra condición familiar, mi bondadoso tío, quien vivía cerca a nuestra casa, vino a ayudarnos a resolver nuestros problemas grandes y pequeños. Nuestros otros vecinos vieron que estábamos en pobreza por lo que aconsejaban a Mamá que se volviera a casar. Pero ella rehusó casarse de nuevo diciendo: “No necesito amor”. Esa fue la quinta mentira de Mamá.
Al terminar mis estudios y obtener un empleo, llegó el tiempo para que mi anciana madre se jubilase pero ella siguió yendo al mercado cada mañana para vender algunos vegetales. Yo le seguía enviando dinero pero ella era persistente y aún me enviaba de vuelta el dinero diciendo: “Tengo suficiente”. Esa fue la sexta mentira de Mamá.
Seguí mis estudios de maestría a tiempo parcial. Financiado por la corporación estadounidenses para la cual trabajaba, tuve éxito en mis estudios. Con un gran aumento en mi salario, decidí traer a Mamá a disfrutar la vida en los Estados Unidos pero ella no quiso molestar a su hijo. Me dijo: “No estoy acostumbrada a vivir por lo alto”. Esa fue la séptima mentira de Mamá.

En su vejez, Mamá fue atacada por el cáncer y tuvo que ser hospitalizada. Como ahora vivía al otro lado del océano, fui a casa a ver a Mamá, quien se hallaba encamada tras una operación. Mamá intentó sonreír pero yo estaba quebrantado por verla tan delgada y frágil. Pero Mamá dijo: “No llores, hijo, no me duele”. Esa fue la octava mentira de Mamá… y diciéndola, falleció.

Desgracias o bendiciones

En un pequeño pueblo vivía un anciano con su hijo de 17 años. Un día, el único caballo blanco con que trabajaba saltó la reja y se fue con varios caballos salvajes. La gente del pueblo murmuraba: ¡Qué desgracia la suya, Don Cipriano!, y él, tranquilo, contestaba: "Quizás una desgracia o quizás una bendición".
Días después, el caballo blanco volvió junto a un hermoso caballo salvaje, y la gente saludaba al anciano diciéndole: ¡Qué bendición!, a lo que Don Cipriano replicaba: "Quizás una desgracia o quizás una bendición".
A los pocos días, el hijo adolescente, mientras montaba el caballo salvaje para domarlo, fue derribado y se fracturó una pierna, a raíz de lo cual empezó a cojear, y la gente le decía al anciano; ¡Qué desgracia la suya, buen hombre!, a lo que él replicaba: "Quizás una desgracia o quizás una bendición".
Días después se inició una guerra y todos los jóvenes del pueblo fueron llevados al frente de batalla, pero a su hijo no lo llevaron por su cojera, y toda la gente del pueblo saludaba al anciano y le comentaba: ¡Qué bendición la suya, Don Cipriano!. Y él, con su fe inquebrantable, contestó una vez más diciendo: "Sólo Dios lo sabe, quizás sea una bendición o quizás una desgracia".

Efectivamente, sólo Dios sabe, y Él nunca se equivoca.

Mañana puede ser muy tarde

¿Ayer?... ¡Eso fué hace tiempo!...
¿Mañana?...No nos es permitido saber...
Mañana puede ser muy tarde...
Para decir que amas, para decir que perdonas, para decir que disculpas,
Para decir que quieres intentar nuevamente...
Mañana puede ser muy tarde...
Para pedir perdón, para decir:
¡Discúlpame, el error fue mío...!
Tu amor, mañana, puede ser inútil;
Tu perdón, mañana, puede no ser preciso; Tu regreso,
mañana, puede que no sea esperado;
Tu carta, mañana, puede no ser leída; Tu cariño,
mañana, puede no ser más necesario;
Tu abrazo, mañana, puede no encontrar otros brazos...
Porque mañana puede ser muy, muy tarde!
No dejes para mañana para decir: ¡Te amo! ¡Te extraño!,
¡Perdóname! ¡Discúlpame!,
¡Esta flor es para ti!, ¡Te ves muy bien!
No dejes para mañana
Tu sonrisa, Tu abrazo, Tu cariño, Tu trabajo, Tu sueño, Tu ayuda...
No dejes para mañana para preguntar:
¿Puedo ayudarte?
¿Por qué estás triste?
¿Qué te pasa? ¡Oye!...ven aquí, vamos a conversar…
¿Dónde está tu sonrisa? ¿Aún me das la oportunidad?
¿Por qué no empezamos nuevamente?
Estoy contigo…
¿Sabes que puedes contar conmigo?
¿Dónde están tus sueños?
Recuerda: ¡Mañana puede ser tarde...muy tarde!
¡Busca!, ¡Pide!, ¡Insiste!, ¡ una vez más! ¡Solamente el "hoy" es definitivo! Intenta

¡Mañana puede ser tarde...Muy tarde!

Quiero el divorcio

Cuando llegue a mi casa esa noche, mientras que mi esposa me servía la cena, le agarre su mano y le dije, tengo algo que decirte. Ella se sentó y comió callada. La observe y vi el dolor en sus ojos. De pronto no sabía cómo abrir mi boca. Pero tenía que decirle lo que estaba pensando. “quiero el divorcio”. Ella no parecía estar disgustada por mis palabras y me pregunto suavemente ¿Por qué? Me dijo; tú no eres un hombre!!! Esa noche no hablamos, ella lloraba. Yo sabía que ella quería saber que estaba pasando con nuestro matrimonio, pero no pude contestarle. Sucedió que ella había perdido mi corazón a otra mujer llamada Juana. ¡Ya yo no amaba a mi esposa, solamente le tenía lástima! Con un gran sentido de culpabilidad, escribí un acuerdo de divorcio y en este acuerdo ella se quedaba con la casa, el carro y el 30% del nuestro negocio. ¡Ella miró el acuerdo y lo rompió en pedazos! ¡Ella paso 10 años de su vida conmigo y éramos como extraños! Yo le tenía lástima por todo su tiempo y su energía perdidos; pero ya no podía cambiar, yo amaba a Juana. De pronto empezó a gritar y a llorar como para desahogarse.
La idea del divorcio ahora era más clara para mí. El próximo día llegué a casa y la encontré escribiendo en la mesa. No cené y me fui a dormir, estaba muy cansado de haber pasado el día con Juana. Cuando desperté, todavía mi esposa estaba escribiendo en la mesa. No me importó, me viré y seguí durmiendo. Por la mañana mi esposa me presentó sus condiciones para el divorcio. No quería nada de mí pero necesitaba un mes de aviso antes del divorcio. Me pedía que por un mes tuviéramos que vivir como si nada y llevarnos normal. Su razón era simple, nuestro hijo tenía todo ese mes exámenes y no quería molestarlo con nuestro matrimonio quebrantado. Yo estuve de acuerdo, pero ella tenía otra petición, que me acordara cuando yo la cargué a nuestro cuarto el día que nos casamos. ¡Me pidió que por ese mes, todos los días la cargara del cuarto hasta la puerta de salida de la casa! Pensé que se estaba volviendo loca pero para que la fiesta fuera en paz, acepté.
Le conté a Juana lo que mi esposa me pidió y Juana se reía en vos alta y dijo que era una petición absurda, que no importaba que truco mi esposa usara, tendría que darle la cara al divorcio… Mi esposa y yo no teníamos contacto físico desde que expresé mis intensiones de divorcio, así que cuando la cargué el primer día hasta la puerta del frente, los dos nos sentimos mal. Nuestro hijo caminaba detrás aplaudiéndonos y diciendo “papá está cargando a mi mami es sus brazos.” Sus palabras me causaron mucho dolor. Caminé los 10 metros con mi esposa en mis brazos. Ella cerró los ojos y me dijo en vos baja, no le digas a nuestro hijo lo del divorcio. Le señalé con la cabeza un poco disgustado; la bajé cuando llegue a la puerta, se fue a esperar la transportación para ir al trabajo. Yo manejé solo a mi oficina. El segundo día, los dos estábamos más relajados, ella se apoyó a mi pecho, pude sentir la fragancia de su blusa. Me di cuenta que hacía tiempo que no la miraba detenidamente. ¡Me di cuenta que ya no era tan joven, tenía algunas arrugas, y algunas canas! ¡Era notable el daño de nuestro matrimonio! Por un momento pensé y me pregunte, ¿Qué fue lo que le hice?
El cuarto día, la cargué, sentí que la intimidad estaba regresando entre ambos. Esta era la mujer que me dio 10 años de su vida. En el quinto y sexto día, seguía creciendo nuestra intimidad. No le dije nada a Juana al respecto. Cada día era más fácil cargar a mi esposa y el mes se iba corriendo. Pensé que me estaba acostumbrando a cargarla y por eso era menos notable cargar el peso de su cuerpo. Un mañana ella estaba mirando que ponerse, se había probado muchos vestidos pero… ¡no le servían! Quejándose dijo; ¡mis vestidos se han puesto grandes! Y fue ahí cuando me di cuenta que estaba muy delgada, y esa era la razón por cual yo no sentía su peso al cargarla. De pronto note que se había enterrado mucho dolor y amargura. Sin darme cuenta le toqué su cabello. Nuestro hijo entró al cuarto y dijo; papá llegó el momento de que cargues a mamá hasta la puerta. Para mi hijo ver a su padre día tras día cargar a su mamá hasta la puerta se había convertido en una parte esencial de su vida. Mi esposa lo abrazo, yo volví mi rostro; sentí temor que cambiaría mi forma de pensar sobre el divorcio. Ya cargar a mi esposa en mis brazos hasta la puerta se sentía igual que el primer día de nuestra boda. Ella acariciaba mi cuello suavemente y natural. Yo la abrazaba fuertemente, igual que nuestra noche de bodas. ¡La abracé y no me moví! Pero la sentí tan livianita y delgada que me dio tristeza.
El último día igual la abracé y no quería moverse, le dije, “no me di cuenta que ya no teníamos intimidad”. Mi hijo estaba para la escuela. Manejé para la oficina, salí del carro sin cerrar la puerta y subí la escalera. Juana me abrió la puerta, y le dije; discúlpame, lo siento, no quiero divorciarme de mi esposa. Juana me miró, me preguntó si yo tenía fiebre. Le dije: “mi esposa y yo nos amamos, era que entramos en rutina y estábamos aburridos, no valoramos los detalles de nuestras vidas; desde que empecé a cargarla del cuarto a la puerta, me di cuenta que debo cargarla por el resto de nuestras vidas, ¡hasta la muerte!”
Juana empezó a llorar, me dio una bofetada y tiró la puerta. Bajé las escaleras, me monté en el auto y llegué a la florería y le compré flores a mi esposa, la joven en la florería me pregunto: ¿Qué le escribo en la tarjeta? Le dije: “¡Te cargaré todas las mañanas hasta que la muerte nos separe!” ¡Llegue a mi casa con flores en las manos y una sonrisa, corrí y subí las escaleras, entré a nuestro cuarto y encontré a mi esposa muerta!!!! Mi esposa estaba batallando la enfermedad de cáncer y yo estaba tan ocupado con Juana, que no me di cuenta. ¡Mi esposa sabía que se estaba muriendo y por eso me pidió un mes de aviso antes del divorcio, para que nuestro hijo no le quedara un mal recuerdo de divorcio, para que no tuviera una reacción negativa!!! Por lo menos le quedaría a mi hijo, en sus ojos, que su padre era un esposo que amaba a su esposa. Estos pequeños detalles son los que importan en una relación, no la casa, ni el carro, ni el dinero en el banco. ¡Crea un ambiente que crees te llevaría a la felicidad, pero en realidad, no es así!!!!

Fin.


Comentario: Hombres, cierta o inventada, está historia sirve para “hacernos pensar” y para despertarnos de nuestro descuido en el matrimonio. Dios quiera que no esperemos hasta que sea muy tarde ni dejemos que “Juana” nos robe la atención a nuestras esposas. Trata de mantener tu matrimonio feliz, comparte esta historia en tu muro, quizás estés salvando un matrimonio. Toda las historias de fracaso son iguales…. se dan por vencidos cuando están al punto de entrar en éxito. No sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos.